Esta es la bonita historia de cómo tu alma te va guiando paso a paso hacia tu mejor versión.
Hace 4 años aproximadamente una amiga me platicó sobre cómo el consumo de animales estaba destruyendo nuestro planeta y de cómo esos animales estaban siendo sometidos a largas cadenas de explotación gracias a nuestro consumo. A pesar de que algo hizo clic dentro de mi yo no tome ninguna acción al respecto. Al mes de esta plática mi vida transcurría de forma normal y aunque me había planteado la idea de dejar el consumo de animales la verdad es que solo pensaba en todas las formas en las que me podía enfermar puesto que creía que los nutrientes necesarios solo venían de esa fuente.
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Para no hacer larga la historia comencé a tener intoxicaciones severas después de comer pollo y pescado (en ese momento ya no comía ni res, ni cerdo puesto que si era consciente de todo el daño que traían a la salud) estos episodios me llevaron a acabar en urgencias más de 4 veces con la garganta cerrada y a punto de no estar aquí contándoles hoy esta historia. Allí me di cuenta de que no podía estar jugando más a la suerte o al destino, tenía que tomar acción y rápido.
Lo primero que hice fue hacerme exámenes para ver exactamente a que era alérgica, para mi sorpresa solo era alérgica a los mariscos, por tanto el resto de las reacciones alimenticias venían desde otro lugar.
El cuerpo tiene formas de expresar todo aquello que no alcanzamos a ver con el único objetivo de recordarnos el camino
Poco a poco fui recibiendo herramientas de consciencia que me llevaron a darme cuenta del poder de la mente y de las emociones y allí descubrí el porque de que estuviera reaccionando a productos de origen animal incluyendo lácteos… todo comenzó a tener sentido para mi cuando recordé que de niña mi primer encuentro con la carne fue muy desagradable, ni siquiera podía tragar, pero como la mentira repetida que se convierte en verdad, terminó gustándome. Con la leche fue aun mas severo, recordé que durante toda mi infancia sufría dolores de estómago en las mañanas y siempre lo normalicé hasta que entendí que la leche del desayuno me provocaba inflamación y esa inflamación no terminaba únicamente en dolor sino que luego vienen las gripas frecuentes entre otros síntomas asociados al consumo de lácteos.
Cuando conoces la verdad, cuesta mucho ignorarla, aun mas cuando sabes que esta verdad contiene todas las respuestas que por años has estado buscando.
Entiendo que no todos tuvimos la misma educación ni crecimos bajo las mismas creencias, que mi historia no es necesariamente la de ustedes. Les cuento esta historia porque hace cuatro años cuando dejé por completo el consumo de animales y sus derivados se abrió una etapa gloriosa en mi vida, de re conexión e introspección profunda, en la que pude retomar el control sobre mi alimentación y mi salud, tanto física como emocional.